A través de un enfoque intensivo en el desarrollo práctico de habilidades, este formato de entrenamiento ha ganado espacio para el entrenamiento de capital humano especializado, principalmente en tecnología, área en la que más escasez de personal se registra.
El incremento en la oferta y demanda de los bootcamps es notable. Estos programas de formación corta, intensiva y práctica en tecnologías de la información y otras disciplinas son cada vez más aceptados por las empresas para avalar el conocimiento de las y los aspirantes. Incluso las universidades se han sumado a este tipo de capacitación.
Entre 2013 y 2020, por ejemplo, el alcance de esta modalidad de formación se multiplicó por 10 al pasar de 2,178 a 24,975 personas graduadas, según el último informe de Course Report, plataforma especializada en este tipo de entrenamiento.
Esto refleja que la fuerza laboral reconoce el valor de los bootcamps como una vía efectiva para adquirir habilidades técnicas y conocimientos actualizados en un corto período de tiempo. Además, se posicionan como una buena alternativa de capacitación para realizar un cambio de carrera.
Las ganancias de las empresas y organizaciones que las ofrecen también han aumentado. Entre 2013 y 2020, éstas pasaron de 160 a 350 millones de dólares.
El informe señala las condiciones de la industria en Estados Unidos, para México no se cuenta con cifras, sin embargo, cada vez hay más estudios sobre los resultados de ese tipo de educación.
Por ejemplo, al terminar una de estas capacitaciones, la experiencia de un grupo de estudiantes de Pedagogía fue que les ayudó a desarrollar competencias para el “proceso de transición a la vida profesional, acercándoles a situaciones reales”, según el artículo Los bootcamps en la formación de profesionales de la educación: Una experiencia innovadora de aprendizaje.
Las competencias que desarrollaron fueron: trabajo en equipo, toma de decisiones, tolerancia a la frustración y trabajo bajo presión, entre otras, señala la investigación de las académicas Claudia Ortega, Sara Galbán y Mónica Meza, de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana (UP).
“A diferencia de las universidades o de otras escuelas formales, los bootcamps tienen mucha información práctica. Eso es lo que les resulta complicado a las instituciones académicas”, dice en entrevista Alma Paz, reclutadora y consultora de Recursos Humanos.
Este tipo de capacitación se enfoca en el aprendizaje práctico, dura entre uno y seis meses. Se ha consolidado como una alternativa para el desarrollo de competencias tecnológicas como lenguajes de programación, codificación, desarrollo web, blockchain, diseño UX/UI, análisis de datos y gestión de proyectos, entre otros.
Ventajas de los bootcamps
La
aceptación de currículums que incluyen este tipo de formación por parte
de las empresas se debe a que las personas que han adquirido
habilidades por esta vía “tienen bastantes horas de práctica y no llegan
sólo como egresados de la universidad con cero práctica laboral. Eso
les da mucha ventaja”, apunta Alma Paz.
La especialista señala que a quienes se dedican al reclutamiento de personal, este tipo de capacitación les permite presentar otro tipo de perfiles a las empresas.
Muchas de las personas que se presentan a una vacante con una certificación de este tipo no tienen estudios universitarios. Sin embargo, lo aprendido en dichos programas intensivos les pone a la par o incluso por encima.
“Y así es como se los presentamos a los clientes, haciéndoles notar que estas personas tienen una formación vía bootcamp, por lo tanto, cuentan con experiencia práctica”, explica Alma Paz.
Para la activista en derechos laborales, esta modalidad de capacitación es una opción tanto para quienes ya tienen una profesión y quieren actualizarse como para quienes desean hacer un cambio de carrera.
Retos de corto y largo del formato para el formato
Detrás del auge de los bootcamps está la necesidad de las empresas de contar con personal especializado, principalmente en tecnología. En parte, esto se debe a que la innovación avanza más rápido que los planes de estudio de las universidades. Y en medio de esta brecha, este tipo de entrenamiento intensivo ha logrado abrirse paso para suplir parte de esa demanda.
Más que nunca, las empresas necesitan profesionales con habilidades digitales y las personas que buscan un empleo requieren contar con ellas, expresan Alison Cathles e Isabel Vicentini, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Estos programas pueden ser una solución a ese apuro, sostienen las economistas en el artículo ¿Son los bootcamps de programación una respuesta a las necesidades de la era digital?
Sin embargo, a medida que los bootcamps se convierten en una fuerza impulsora en la región, también se plantean desafíos en términos de estandarización y calidad educativa. Asegurar que mantengan un buen nivel será un reto crucial para garantizar su sostenibilidad a largo plazo.
“Si bien es posible que los empleadores estén satisfechos con las contrataciones de egresados de bootcamps, el 98% tiende a apoyar el aumento de la regulación y la acreditación”, señala el reporte La disrupción del talento: El advenimiento de los bootcamps de programación y el futuro de las habilidades digitales, del BID.
El segundo reto del formato lo señala Alma Paz: la brecha de género. En su experiencia, hay más hombres egresados de estos programas. Aunque cada vez se están creando más bootcamps enfocados a las mujeres, “eso poco a poco va nivelando esa formación. Pero hasta ahora, ellos están siendo más beneficiados”.